lunes, 29 de enero de 2007

Estás en casa

Preparo las valijas mientras pienso: Vuelvo a casa... vuelvo a casa y me voy de casa, en realidad me gustaría pasar más tiempo en la oootra casa...
Ahora bien, la casa a donde voy no es mi casa, es la casa de una vieja que según me contaron vive en Entre Ríos, le dejó el poder al hijo y este la alquila. Madre y padre decidieron (y yo prestando mi apoyo a tal decisión) de que ese era el lugar más habitable en Buenos Aires dentro del presupuesto asignado. A todo esto en el contrato de alquiler figura madre, paga padre y yo duermo, como, leo, miro televisión, tengo sexo, limpio, y a veces estudio.
La casa de donde me voy es de mis abuelos, situada en Monte Hermoso. A los siete meses de nacer ya estaba ahí, viendo cómo iba a ser mi primer verano en la playa (hay foto conmemorativa y a juzgar por el llanto parece que no me gustó tanto - salió con rima, sin intencinón). Pasaron mis primeros años y dado que la casa es muy grande la parentela todavía simulaba ser la famiglia unita. Tíos, tías, primos, abuelos, parientes lejanos, que por suerte son lejanos, etcétera.
Luego fueron las semanas de adolescencia festejando la llegada de la primavera. Tradición de los púberes bahienses pasar la semana del 21 de septiembre cagándose de frio, con lluvia infaltable. De esos días sólo hay recuerdos vacíos.
No puedo dejar de mencionar que a partir de noviembre era obligación ir a "monte" con los abuelos todos los fines de semana. Ellos sonreían, hermana y yo también. Hace ya varios años que la farsa de ser la gran familia y que todos nos queremos se ha dejado de lado. Es sabido que enero mi familia (madre, padre, hermana y yo) vamos a estar en la casa, por lo cual no se aceptan autoinvitados. Enero generalmente se extiende a febrero por buen desempeño académico o porque mis abuelos están hartos y sólo las nietas tienen privilegio. Alguna que otra amiga fue invitada, pero esa modalidad por mi parte dejó de correr hace tiempo por incomodidades varias.
Es la casa de mis abuelos, pero es mi habitación, mi baño, mi bajada, mi termo, mi mate, mi reposera, mis amigos de verano, mis recuerdos y demás.
La ooootra casa está en Bahía Blanca. Casa que no me vio nacer (de esa me cuentan mucho pero no me acuerdo nada), pero para mi es la primera desde que tengo uso de razón. Como es de suponer es de padre y madre, hecho que lo hacía recordar madre cada vez que me obligaba a limpiar "mi" habitación (se resignó y metió toda su ropa y porquerías varías, tantas cosas que me son ajenas, que no reconozco nada mio).
Es el domicilio que figura en mi dni, es donde cuando estoy en bahía blanca digo que estoy en casa.
Siento que tengo tres casas, pero en realidad ninguna es mi casa, es cuando empiezo a pensar que lo que importa eso que siempre dicen: el hogar. Entonces tengo tres hogares, en tres lugares diferentes. Se me complica no extrañar alguno o los dos donde no estoy y difrutar el lugar hogar donde sí estoy. Se me complica cuando quiero definir un solo hogar. Estoy intentando incorporar, que el hogar es donde uno está, sea la casa de quien sea, sea la ciudad que sea, y el "esté quien esté" creo que se negociará.

viernes, 5 de enero de 2007

El sol caía, había varias personas, sólo tres leían. Las tres eran mujeres; generalmente son mujeres. El manual de Chiche, Novela de Daniel Steel, Oriana Fallaci se entrevista a si misma.
1. Chiche? sí, Chiche Gelblum, eeeeh, si ud tiene una duda existencial llame a Chiche, él parece que tiene la respuesta para todo (????)
2. Señora cuarentona: ud, que tuvo una vida de mierda, que cree que no llegó a ser nada en la vida, o bien llegó y se siente orgullosa, tanto con su trabajo como con sus amantes, lea una novelucha de Daniel y vea como la pobre y fea se transforma en rica y llena de machos y de paso se encalentona con los relatos sexuales, ah y no intente ponerlo práctica con el gordo que tiene en casa, recuerde que lo que está leyendo es ficción y usted tampoco es linda y rica como la protagonista.
3. Usted está en la playa, tirada panza arriba mientras toma el broceado que tanto desea, ya le duele el culo de no hacer nada, lea un rato las dedicaciones que hace Oriana Fallaci en sus libros, y se va a dar cuenta que sufrir no es que le arda esa partecita donde no se puso bronceador.
Ya no sé quién estaba peor. Empiezo a pensar que a la playa se va a hacer castillitos de arena.