sábado, 16 de diciembre de 2006

Ni siquiera el intento de un cuento.

Me gustaría sentarme y escribir una historia, un cuento. Un cuento que sirva de catarsis. Pero el personaje principal inevitablemente sería yo. Luego de escribirlo lo tildaría de egocéntrico, luego de publicarlo lo tildaría de muy expuesto. Habría intentado usar otros nombres, otro contexto, pero seguiría viéndolo egocéntrico y expuesto. Pero acaso no es eso lo que quiero? Si no podría escribir de Fulano y de Mengano, que se conocieron en Tailandia en una viaje de placer, se hicieron amigos y se fueron a vivir juntos y luego se pelearon por Sultana. Pero no, tampoco me sale, porque lo único que se me viene a la mente es Antonela y los demás, y Buenos Aires 2006. Y la noche que es de verano y no deja dormir, ni ánimos de sexo, ni de acercarse, sólo deja mostrar indiferencia cuando se acerca porque "no voy a estar cuando vos quieras, aunque por dentro me muero de ganas de estar con vos", porque "de alguna manera hay que levantar el autoestima", el autoestima a la fuerza hay que levantarlo, hoy decidí arreglarme un poco más de lo común, para mi. Lo habrá notado? es tan inexpresivo, pero no importa, porque lo hice para mi.
Y los puchos se acumulan en el cenicero. Navidad desde los 7 años empezó a ser una hipocresía, falta poco para el gran show de La famiglia unita, celebrar el cumpleaños de alguien que este año no tuvo mucha cabida en mis días. Mi propuesta de estar "los cuatro solos" a fines de noviembre a madre no le convence, sí el 26 de diciembre, y así todos los años. Yo sigo insistiendo. Cuando ambos mueran Papá Noel que vaya a visitarme a la playa, que traiga una copa, que vino tinto de la botella no quiero que tome.
Y sigo sin escribir el cuento, pero esto lo tildo de egocéntrico y expuesto, tal vez en una de esas, si voy a lo de un tipo y le pague por hablar de mi, logre sentarme y escribir sobre X , Y y zetas, en otros tiempos y en otros lugares. No sé, el año que viene seguramente, el verano será lo que los veranos pasados y los veranos futuros, la mente en blanco, de vez en cuando grises.
Querido Papá Noel: me regalás el don de escribir cuentos?
Querida Antonela: si no te sentás y empezás a intentar sólo te voy a regalar ropa y esas cosas que no sirven de mucho.
Ahora no tengo las suficientes ganas.

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