sábado, 12 de febrero de 2005

El Señor del asiento vecino

Buenos Aires-Bahía Blanca, 10.02.05, 21hs ...
Nunca fui muy fanática de los viajes, no tanto de los viajes sino de andar en ruta o de andar en cualquier cosa con 4 ruedas, pero por esas cosas de la vida (que hoy llamo estudio y demás) viajo bastante seguido.
La ida fue horrible y no voy a incluir detalles, lo que me importa es la vuelta.
Asiento 26, pasillo, no lo había pedido, pero es lo que prefiero. Familia sube al micro, para mi era el gran asupicio de otro viaje horrible, con gritos, llantos y madres histéricas con hijos malcriados. El Sr. Padre se sienta a mi lado, la Sra. Madre un par de asientos atrás, "sola" también, por lo que ofrezco cambiar de lugar, pero como mi bondad es condicionada solo lo cambiaba si era pasillo. Pasillo fue. Asiento 31. Me siento sin saludar al señor que estaba al lado. Acto maleducado de mi parte, siempre presto atención a esos detalles, tanto si es de mi parte o de otro, pero poco me importó, estaba concentrada en lo que había sido mi estadía en Buenos Aires, ni siquiera me importaba el viajar en ruta. Silencio, nadie hablaba, en otra ocasión hubiera sido incómodo, pero seguía sin importarme. Seguía derecha, con la vista fija hacia deltante, concentrada, pasaron un par de minutos. Leo un rato.
El Señor del asiento vecino, que aparentaba unos poco más de 50 años, pelado, me convida muy amablemente con su alfajor que no iba a comer. Después de tanto silencio que me hablara de tal manera me resultó raro. Como el hielo ya estaba roto le pregunté si sabía dónde paraba el colectivo antes de llegar a Bahía Blanca. No sabía, nunca había ido a Bahía. Comienzo de la conversación, que hasta ese momento para mi era otra conversación más con un desconocido en un colectivo sobre temas banales.
Palabras van palabras vienen. Carlos, hincha de San Lorenzo, iba a la cancha Olimpo-San Lorenzo, dato que debo admitir no me cayó del todo bien culpa de mis prejuicios que no puedo desalojar. Gran cambio fue cuando me hizo saber que quería conocer algún museo, biblioteca o sitio cultural de Bahía Blanca, estaba leyendo un libro al respecto, pero quería saber lo que yo podía informarle, que mucho no fue.
Carlos, el hincha de San Lorenzo, paso a ser El Budista, El vegetariano, El bancario, El escritor (aunque el dice que hay quien escribe y quienes son escritores, él es quien escribe), El padre de familia, etc etc ... hablamos sobre la naturaleza egoista del ser humano, sobre la paternidad, la pareja, literatura, miedos, sueños, mi futura maternidad (si es que llega) y muchas cosas más. Personas intesantes si las hay, ese fue Carlos, el Señor del asiento vecino.
No hubo madre histérica ni hijos malcriados, ni miedos en la ruta, ni balance ansioso y apresurado ...
Carlos se fue caminando al centro, pero antes me regaló un lindo viaje, el aliento suficiente para seguir escribiendo, muchas reflexiones de colectivo, que quien me dice hayan sido de las mejores.
Ya en Monte Hermoso (el viaje no terminaba en Bahía Blanca) sentada en un café cerca de las 21 hs, 11.02.05, me entero a través de gritos que Olimpo había ganado, 3-0, en un principio sentí penas por Carlos. Luego entendí que él iba más allá de un partido de fútbol, no era uno más.
Y hasta el viaje que viene.-


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