domingo, 24 de junio de 2007

Menos mal.-

Domingo a la noche, me paseo por el departamento con una taza de té de menta en una mano y un cigarrillo en la otra. Escucho a Jack Johnson para darle un cierre tranquilo al fin de semana. Observo cada rincón del hogar para verificar qué es lo que hice y qué es lo que queda por hacer.
Plantas con tierra húmeda. No hay ropa para lavar. Platos lavados y guardados. Almuerzo y cena del lunes descongelándose. Ropa findesemanesca en el placard. Baño limpio. Peluzas en el tacho de basura. Pisos y muebles impecables. Mesa vacía. Cuerpo limpio, uñas pintadas, pelo peinado. Vestimenta cómoda y presentable para trabajo, ya pensada. Empieza a invadirme una especie temor.
Miro el futón: mochila vacía, libro de la facultad no leído y recuerdo que mañana es lunes, toca clases de Italiano. Tareas sin hacer de hace tres semanas.
Alivio, por un momento pensé que estaba dejando de ser yo.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

estoy por ahi, viviendo.

Anto' dijo...

El desorden siempre nos persigue, nos acosa y al final, nos damos cuenta de que sólo es una sombra de nuestra propia personalidad. Además, si no fuéramos desordenados ... ¿qué íbamos a hacer los domingos por la noche sino ordenar?

sara dijo...

anto, que bueno que no estudiaste nada de arquitectura o diseño: estos estudiantes tenemos la mala costumbre de estudiar (dibujar) los domingos, y por consiguiente, NUNCA se ordena, porque los domingos no existen.
saludos,